¿Qué sería el neoliberalismo?

¿Qué sería el neoliberalismo?


La batalla por la libertad también se da en el terreno discursivo, donde la izquierda construyó un hombre de paja denominado “neoliberalismo” al que le cargaron todos los males de la humanidad. En este artículo se analizará el origen, el uso actual del término y se reflexionará sobre su utilización por parte de ciertos sectores políticos.


Iván Servin

Coordinador local JR. de Estudiantes por la Libertad. Estudiante de Licenciatura en Psicología. Estudiante de Profesorado en Psicología. Universidad: UNLP


Neoliberalismo, ¿Quién no escuchó hablar de él? Frases tales como “Macri es neoliberal”, “El neoliberalismo de los 90’”, se han convertido en la visita periódica al oído de los argentinos en este último tiempo. Lo cierto es que, este “neologismo”, se convirtió en la palabra fetiche de la izquierda para atacar a cualquier tipo de gobierno u orientación política que, al menos en su discurso, abogue por un comercio abierto con el mundo, ponga al mérito como motor del desarrollo y… paremos de contar. Ciertamente, pocas cosas hacen falta para que hoy en día una corriente política sea etiquetada como “neoliberal”. Aquella que se relacione mínimamente con estos tópicos antes mencionados prontamente será etiquetada como tal y su prontuario político será rellenado con intenciones de privatizaciones masivas, políticas que llevan al aumento del desempleo, aumento de precios, aumento de la pobreza, etc. La lucha por la libertad se da también en el plano discursivo, el uso de las palabras nunca es ingenuo, por lo tanto, empecemos a echar luz sobre este concepto.

Si recurrimos a la historia, podemos ver que la palabra “neoliberalismo” apareció por primera vez en 1938 de la mano de un coloquio del sociólogo y economista alemán Alexander Rüstow. En dicho discurso Rüstow sintetizó algunas de las ideas económicas y políticas que estaban en voga en la Europa de postguerra. Neoliberalismo, tal como fue acuñado, fue definido como una “tercera vía” entre las políticas liberales clásicas de laissez-faire y el intervencionismo estatal propio del socialismo. A esto se lo denominó economía social de mercado y fue un término que tuvo cierta validez académica pero que, a nivel mundial, fue desapareciendo a mediados de los 70’. Precisamente es a partir de ese año donde varios gobiernos constitucionales y de facto de Latinoamérica fueron catalogados de “neoliberales”. En el caso de Argentina, se les atribuye esta etiqueta a las dictaduras militares que gobernaron el país entre 1976 y 1983, y fundamentalmente al gobierno de Carlos Menem que se desarrolló entre 1989 y 1999.

Dedicaré sólo un pequeño apartado (a fines de no extender demasiado este artículo) para hablar de los 90’, como se lo conoce al periódo en que gobernó Menem, pero también a una serie de políticas que se repitieron en la misma década en la mayor parte de Latinoamérica. Lo que ocurrió en esa década no fue liberalismo ni por asomo y se podría denominar mejor como “mercantilismo”, donde a pesar de la existencia de ciertos movimientos tendientes a la apertura económica y al libre comercio, lo que terminó primando fue un Estado fuertemente regulador y corrupto. En Argentina se realizó una reforma pro mercado en general excepcional, pero sus beneficios quedaron contaminados por “el capitalismo de amigos”, donde el gobierno privatizó varias empresas para venderlas a sus amigos del poder, cosa totalmente contrapuesta al verdadero libre mercado. Además, se pasó de monopolios estatales a monopolios privados legitimados por el Estado, como es el caso de la empresa española Telefónica.

En la actualidad el gobierno del presidente Mauricio Macri es tildado de “neoliberal” por sus opositores. En mi opinión, si seguimos el espíritu que dio origen al concepto, se puede decir que hoy en día el “neoliberalismo” no es más que una socialdemocracia con un Estado intervencionista y una tendencia al libre mercado, pero fuertemente regulado. Esto puede aplicarse al macrismo, pero claramente no es el uso pragmático que utiliza la izquierda cuando lo llama de este modo, por lo tanto nuestro deber como liberales será el de no permitir que nuestra doctrina se manche a través de estas acusaciones dirigidas a un gobierno que nunca fue liberal.

Por lo expuesto anteriormente, y con vistas en ir llegando a una conclusión personal, puedo decir que el término “neoliberalismo” responde a la falacia lógica del “hombre de paja”. Lo que sucede aquí es que se construyó un enorme espantapájaros llamado “neoliberalismo”, conformado por todo lo malo que puede llegar a existir: pobreza, desempleo, malas condiciones de vida, mezclado con las ideas marxistas de que los empresarios son malos per se, que tener un Estado chico está mal, que las privatizaciones están mal, salud y educación de mala calidad y privadas, etc. Esta quimera polivalente (en palabras de Mauricio Vázquez, politólogo y profesor argentino) tiene una triple función, a saber: generar miedo en la sociedad con respecto a gobiernos catalogados de esta forma, ahuyentar a la gente de las ideas liberales en general y la de “chivo expiatorio” de las diferentes corrientes de la izquierda cuando sus políticas fracasan.

Por último, me gustaría cerrar con una cita extraída de un ensayo del economista argentino Iván Carrino: “Agregarle el prefijo “neo” a la palabra liberalismo es un intento, bastante exitoso a juzgar por lo que sucede en la mayoría de los medios de comunicación, para desprestigiar a las ideas de la libertad. En el fondo, la libertad es deseada por todo ser humano para su vida personal, por lo que no quedaría bien atacarla con “los tapones de punta”.


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